El programa Escuela 2.0 pone la tecnología, pero los pedagogos reclaman un
cambio de metodologías - La mayoría de los profesores que ha usado computadoras
cree que son necesarias
Fuente: http://www.elpais.com
Los debates pedagógicos son casi infinitos, pero hay
uno que ya está cerrado: el de introducir o no las nuevas tecnologías en las
aulas. Existe el consenso internacional de que deben estar presentes y la gran
mayoría de los países desarrollados llevan tiempo incorporando ordenadores y
pizarras digitales a los centros escolares. Lo que ahora está en cuestión es
cómo usarlos. Porque las tecnologías por sí solas son solo una ayuda. El reto
que se plantea la mayoría de los expertos es cambiar las metodologías y los
currículos.
La apuesta decidida por las tecnologías
en las aulas en España se llama Escuela
2.0. Fue anunciada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, en mayo de 2009 y se proponía distribuir más de un millón y medio de
ordenadores portátiles entre alumnos, más de 80.000 equipos para los
profesores, la creación de otras tantas aulas digitales (con acceso a Internet
y pizarras electrónicas) y la puesta a disposición de los docentes de un amplio
catálogo de programas informáticos para usar estos avances.
En cifras, se ha recorrido algo más de
un tercio del camino, pero todavía queda mucho para conseguir lo que pregona
Antonio Pérez Sanz, uno de los impulsores del programa desde la dirección del
Instituto de Tecnologías Educativas: "Hay que modificar el papel del
profesor. Debe dejar de ser un orador o instructor que domina los conocimientos
para convertirse en un asesor, orientador, facilitador del proceso de enseñanza
aprendizaje y mediador entre los alumnos y la realidad utilizando las
tecnologías".
Para llegar a este objetivo hay que dar
dos pasos indispensables: la introducción de la tecnología y la formación del
profesorado. Aunque es uno de los ejes del programa Escuela 2.0, la instrucción
que reciben los docentes es muy deficiente, según explica Julio Díaz Escolante,
del sindicato independiente Anpe. "La formación no se ha abordado en
condiciones en ninguna comunidad", comenta. "Se está dotando de muchos medios a los centros y no se les saca
rendimiento. Los alumnos están muchas veces más formados que sus maestros",
añade.
La falta de formación, que se limita a
unas pocas horas, provoca que haya una enorme heterogeneidad entre el
aprovechamiento de la tecnología y que dependa sobre todo de la motivación de
los profesores y de sus conocimientos previos o adquiridos ad hoc.
Además, la mera formación teórica sobre informática no es suficiente.
En opinión de Pere Marquès, director del
grupo de investigación de Didáctica y Multimedia de la Universidad Autónoma de
Barcelona, tan importante como esta formación y la propia tecnología lo es un
tercer eje: "Darle al docente motivos para usarla". Según dice, hay
muchos. "Uno es un fracaso escolar que no baja desde hace años. Probemos
estas nuevas herramientas, a lo mejor pueden solucionar el problema. Otro,
igual de importante, es que la sociedad de
hoy es distinta a la de hace 30 años. Siempre
estamos conectados a Internet. Lo que hoy requieren los ciudadanos no es
memorizar todo aquello que pueda ser necesario, sino saber encontrarlo. Lo que
hace falta es enseñar a resolver problemas lo más rápidamente posible",
argumenta Marqués. La introducción de la tecnología en las aulas es un paso
importante, pero insuficiente, desde su punto de vista. "Habría también
que cambiar los objetivos y los métodos", subraya.
Es la misma línea que exponen la mayoría
de expertos en pedagogía y nuevas tecnologías. Manuel Area, catedrático de Didáctica
y Organización Escolar en la Facultad de Educación de la Universidad de La
Laguna (Tenerife), insiste en que meter tecnología en las aulas no es sustituir
libros por máquinas. "Tendría que replantearse más fuertemente el
currículum y el sistema escolar. Nuestra escuela sigue teniendo una visión casi
del siglo XIX, con asignaturas aisladas unas de otras. En el siglo XXI todo
debería estar más integrado, con más propuestas de problemas que los
estudiantes tengan que resolver e indagar. Otro planteamiento importante es que
el aprendizaje tiene que ser colaborativo, no individual", propone.
A pie de aula, Antonio García Aguilera,
profesor del instituto Torre Almenara de Mijas (Málaga), ve con cierto
escepticismo las lecciones teóricas sobre el uso de las tecnologías. Admite que
se le pueden extraer usos positivos, sobre todo en pequeños grupos. "Pero
no es la panacea que nos vende la Administración", subraya. Para empezar,
por una cuestión mucho más cotidiana que los argumentos metodológicos: "Con
grupos de 30 como los que solemos manejar, lo más normal es que haya una decena
que olvida el ordenador. ¿Qué haces con ellos? Después tardas en enchufarlos,
en que los niños entren en los programas que deben, hay cortes de conexión, en
ese lapso se distraen, pierden el hilo. Lo mismo sucede con la pizarra digital.
No es fluido".
En los foros de profesores es fácil
encontrar una opinión que comparte Antonio García: "El sistema educativo
está muy falto de recursos como para gastar tanto en ordenadores". Él hace
hincapié en la necesidad de más profesorado para bajar la cantidad de alumnos
por aula. "En una clase de lengua conseguimos partir en dos grupos de 15
escolares uno de 30 y las mejoras fueron muy superiores a las que consigue
cualquier tecnología", explica.
La gran mayoría de los profesores que ha
comenzado a usar ordenadores y pizarras digitales, sin embargo, considera
necesario el programa Escuela 2.0, según un estudio todavía no publicado que
está realizando el catedrático Manuel Anarea entre 4.000 docentes de toda
España. Con resultados todavía provisionales, casi el 90% expresa esta opinión.
Este programa, aunque sí es
probablemente el más ambicioso, no es el primero que se propone el uso de
nuevas tecnologías en las aulas. Ya a mediados de los ochenta, el Ministerio de
Educación puso en marcha los proyectos Atenea, para introducir equipos
informáticos en los centros, y Mercurio, que pretendía incorporar recursos
audiovisuales, como vídeos o diapositivas. Desde entonces, la suma de avances
en las aulas ha sido continua, aunque poco sistemática. En opinión de Ángel
Fidalgo, del Laboratorio de Innovación en Tecnologías de la Información, el uso
de los ordenadores suele dar "un subidón" al introducir algo nuevo
que queda en casi nada cuando queda obsoleto. "El programa Escuela 2.0 es
necesario, pero puede suceder lo mismo si se mantienen las mismas
metodologías", añade.
El cambio de enfoque no puede ser
rápido. En educación los resultados nunca lo son. "Pero añadir tecnologías
es inevitable porque así funciona el mundo que nos rodea", asegura
Marquès. También la mayoría de los países desarrollados incorporan de una u
otra forma ordenadores en las aulas. En los países nórdicos la tecnología es
"más invisible", en palabras de este investigador. El centro está
perfectamente equipado para que puedan tener acceso a ella cuando la necesiten,
pero no se centran tanto en el ordenador por cada alumno. Los países
anglosajones sí la tienen muy presente.
Varios Estados de EE UU cuentan desde
hace tiempo con equipos para todos sus alumnos. En algunos centros, según
Marquès, tuvieron que dar marcha atrás porque comprobaron que "habían dado
más importancia a la máquina que a las actividades". "Han tenido que
rectificar porque solo con tecnología no se arreglan todos los problemas. Que
cada uno trabaje a su aire es muy bonito, pero los alumnos necesitan
orientación, deben tener claro qué aprender", explica.
Un instituto de Los Altos, en
California, probó el pasado curso una experiencia piloto que ha dado resultados
notables. Tan solo el 3% de los que participaron en ella sacó calificaciones
por debajo de la media en un examen de final de curso. Aplicaron el método de
un extrabajador de un fondo de inversión que grabó vídeos en YouTube para
ayudar a un primo con las matemáticas. Comenzaron a tener decenas de miles de
visitas e hicieron que su creador, Salman Khan, dejase su empleo para dedicarse
por completo a la educación mediante la Khan Academy, una institución sin ánimo
de lucro apadrinada por Google y Bill Gates. Hoy hay más de 2.500 vídeos en la
Red que van desde las matemáticas a la biología, de la astronomía a las
finanzas, vistos por más de dos millones de personas al mes. Su idea es llevar el ordenador a las aulas, no como un
complemento, sino como un eje.
Al contrario de lo que se puede pensar,
la intención de Khan no es sustituir a los profesores, sino hacerles aprovechar
mejor el tiempo. "Ya no tienen que
perderlo en dar explicaciones generales, los niños las pueden ver en los vídeos
cuantas veces quieran y hacer los ejercicios que necesiten en la web. El
maestro los monitoriza, sabe cuáles son los problemas de cada escolar y puede
atenderlo individualizadamente, de forma que los alumnos aventajados pueden
avanzar más rápido y los lentos son mejor atendidos en un proceso de aprendizaje
asimétrico. No es deshumanizar la enseñanza, sino todo lo contrario",
explica Khan.
Dentro de la heterogeneidad de uso de
las tecnologías que hay en España, existen ejemplos parecidos. Miguel Carlos de
Castro, profesor de tecnología del IES Concepción Arenal de Ferrol (A Coruña),
incorporó a sus clases un sistema muy similar: una página web con recursos,
documentación, problemas, chuletas, ejercicios, que tiene también un sistema de
preguntas tipo test que permiten evaluar el avance del alumno. Los profesores
pueden seguir instantáneamente el progreso del alumno y comprobar qué
materiales ha usado y con qué éxito. Se llevó un premio a la diversidad de la
Xunta de Galicia por la posibilidad que daba a los alumnos de seguir su ritmo,
ya fuese más o menos rápido.
Pero hoy por hoy no hay un modelo
universal. Las asignaturas más técnicas son
más propicias para métodos como los anteriores y otras, de la rama de
humanidades, tienen más difícil encaje en un sistema así. Los ordenadores están
ahí, pero todavía hay que perfilar cómo aprovecharlos.
- Inversión. 800
millones financiados al 50% entre el Ministerio de Educación y las comunidades
autónomas. Participan todas excepto Valencia y Madrid.
- Objetivos. Distribuir
más de 1,5 millones de ordenadores portátiles, más de 80.000 ordenadores para
los profesores y las aulas, y la dotación y equipamiento de unas 80.000 aulas
digitales.
- Estado actual. Se han
repartido 632.313 ordenadores entre alumnos de quinto y sexto de Primaria y
primero y segundo de ESO, ya hay 26.798 aulas digitales y 160.111 profesores
formados.
- Formación al profesorado. Existen
70 materiales modulares que dan origen a más de 300 cursos. En las
convocatorias (se hace una en octubre y otra en febrero) de los cursos 2009-10
y 2010-11 han participado más de 50.000 profesores de toda España.
- Déficit. El primer
examen de lectura digital que ha hecho el informe Pisa muestra que en España,
uno de cada cuatro alumnos de 15 años tiene serias dificultades para navegar
por internet a pesar de estar familiarizado con las tecnologías. El porcentaje
es superior a la media, que se sitúa en el 17% de los escolares.
Formas de adaptarse a los cambios
"El hecho de meter un ordenador en
el aula va a dar problemas. Es como un coche: hay que repararlo, aparcar, pagar
impuestos... Si lo vamos a usar para ir a la panadería de enfrente, no nos
merece la pena, pero si hacemos largos recorridos, sí. Con la tecnología sucede
igual, hay que darles a los profesores los motivos para usarla y
aprovecharla". Es la filosofía de Pere Marquès, de la Universidad Autónoma
de Barcelona y cuyo trabajo consiste, en buena parte, en dar estos motivos.
Pone ejemplos de cómo mejorar las clases con ordenadores: "Yo explico como
toda la vida mis lecciones. Bien. Pero, por favor, cuando expliques, ¿por qué
no las acompañas con una pizarra digital con vídeo introductorio, para motivar?
Cuando explicas la célula, usa una proyección que la amplíe. Es más
motivador". Otro ejemplo: "Puedes decir que, como la semana que viene
vamos a estudiar la célula, busquen en Internet algo sobre ella. Los alumnos
podrán explicárselo a sus compañeros y esto les hace participar. Y aunque haya
hecho un copia y pega, el de tener que explicarlo les hará aprender".
El Ministerio de Educación ha puesto en
sus páginas web una gran cantidad de recursos para que los niños hagan
ejercicios y aprendan de una forma distinta, más amena. En principio, resulta
fácil captar su atención, pero este efecto no es permanente, según explica
Antonio García, profesor de un instituto de Mijas: "Sucede como
antiguamente con las diapositivas, las primeras veces que las pones, los niños
atienden, pero después se acostumbran y dejan de hacer caso". Este
docente, que aplica las tecnologías con satisfacción en geografía u ortografía,
reclama que las nuevas metodologías que impulsan muchos pedagogos no deben
cambiar radicalmente el sistema.
"Las clases
magistrales en secundaria ya no existen. Entre otras cosas porque los niños no
son capaces de prestar atención durante una hora seguida. Desde hace tiempo se
les dan otros estímulos. Pero también hay que fomentar la concentración y el
pensamiento reflexivo, que se está perdiendo en parte por las nuevas
tecnologías", explica García. De hecho, hay estudios que muestran cómo la multitarea en Internet hace que
cueste más la concentración y otros que prueban que el funcionamiento de la
memoria está cambiando por el efecto Google, es decir, porque uno sabe que
tiene la información al alcance de la mano.
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