Use su cerebro con más inteligencia
En los últimos años nos hemos visto tan inundados de cosas que nos impiden concentrarnos en las oficinas quecon mucha frecuencia uno siente que necesita ‘alejarse del trabajo para poder hacer su trabajo’. Esa situación paradójica se está produciendo en buena medida por el mal uso que los usuarios le dan a la tecnología.
La compulsión maniática de estar revisando el correo electrónico (y el exceso de mensajes innecesarios), la adicción a la mensajería instantánea, el impulso de chequear cada rato las cuentas de Facebook y Twitter, los celulares que no dejan de atenderse ni siquiera en las reuniones y la adicción a la información de Internet (no relacionada con el trabajo) han convertido las oficinas en un lugar muy poco productivo.
La tendencia dejó de ser algo anecdótico hace rato y se convirtió en un problema muy serio para las empresas. La firma de investigaciones en tecnología Basex reveló en 2010 que los trabajadores estadounidenses pierden cada día la cuarta parte de su tiempo por cuenta de la sobrecarga de información a la que están expuestos y las interrupciones innecesarias, situaciones motivadas en gran medida por el uso inapropiado de la tecnología. Eso se refleja en pérdidas para las compañías de ese país por valor de 997 mil millones de dólares anuales.
Otro estudio, realizado por la Universidad de California en Irvine, mostró que tres de las cinco interrupciones más comunes en el trabajo tienen que ver con dispositivos tecnológicos. Estas son: un compañero que se acerca al puesto, alejarse del sitio de trabajo (voluntariamente o por el llamado de alguien), la llegada de un nuevo mensaje de correo electrónico, cambiar a otra tarea en el computador y atender una llamada telefónica.
Podría parecer que esas situaciones en realidad no quitan tanto tiempo, pero esa universidad monitoreó miles de horas de comportamiento de las personas en el trabajo y descubrió que la gente en un ambiente laboral típico pierde su foco en promedio cada 11 minutos. El problema es que, una vez se distraen, concentrarse de nuevo en lo que estaban haciendo puede tomarles cerca de 25 minutos.
Uno de los autores del informe lo describió así: “Cada interrupción tiene un tiempo de recuperación. Si alguien entra a su oficina y le pregunta cómo le pareció el partido de ayer, a usted le toma 20 segundos responder, pero después tiene que recordar en dónde iba en su tarea. Entonces, es posible que piense: ‘mejor voy a ir por un café o voy a revisar mi correo electrónico’ “.
El lío con el escenario laboral moderno es que no le brinda a nuestro cerebro el mejor ambiente para ser eficiente. Gary Marcus, autor del libro Kluge: The Haphazard Construction of the Human Mind, le explicó a la revistaBusinessWeek que el problema tiene incluso que ver con la forma como funciona nuestra mente.
En esencia, los humanos son propensos a dejarse interrumpir porque durante miles de años tuvieron que estar alerta, por ejemplo, a un entorno peligroso. “No fuimos diseñados para mantenernos en una tarea, pero la gente de otras épocas nunca tuvo que enfrentar tantos timbres, notificaciones y alertas”, dice Marcus.
El poder de la atención.
“Cuando estoy trabajando en una novela, me impongo horarios muy rígidos y regulares, y me encierro en un pequeño apartamento que tengo en el barrio donde vivo (en Nueva York). Es un lugar espartano, sin distracciones: nada hay para hacer allí que no sea escribir…”. Así describió el reconocido escritor estadounidense Paul Auster, en una entrevista que le concedió el año pasado al diario El Tiempo, la forma como trabaja. Podría parecer que este aislamiento es una de las extrañas manías típicas de un escritor, pero quizá todos deberíamos aprender algo de Auster.
La avalancha de información e interrupciones puede ser una trampa que se debe evitar. El diario The New York Times entrevistó hace unos años a los ganadores de la beca MacArthur –que se suele entregar a personas consideradas ‘genios’ por su alta creatividad– y un gran número de ellos reveló que suele apagar sus celulares y dispositivos como reproductores de música para poder dedicarse simplemente a pensar.
Las investigaciones sobre el cerebro muestran que ellos tienen razón al hacer eso. El estadounidense Joe Dispenza, especialista en neurofisiología y bioquímica, explica en su libro Desarrolle su cerebro que “sin concentración focalizada no se generan conexiones cerebrales y no se almacenan recuerdos”.
Dispenza agrega que, según Michael Merzenich, uno de los principales investigadores en plasticidad cerebral del mundo, “las conexiones neuronales del cerebro se esculpen solo cuando se le presta atención a un estímulo. Si no ponemos atención, las neuronas nunca formarán conexiones fuertes y duraderas. Se necesita atención a lo que estamos aprendiendo y la intención de enfocar el cerebro en la información deseada”.
Eso es fácil de comprobar. Piense en todas las cosas que suceden a su alrededor durante un día de trabajo o estudio: el ruido ambiente, las conversaciones en los alrededores, los sonidos de la calle… nada de eso se queda grabado en su cerebro porque usted no le dedica atención.
Así que puede despedirse de esos cursos de hipnopedia con los que pretendía aprender inglés mientras dormía. El cerebro no funciona así: él le exige toda la atención. Y quizás haga bien desconectándose de todo cuando quiere trabajar en serio o aprender algo importante.
¿Hiperconectados o hipersaturados?
El problema es que no es fácil desconectarse, y la preocupación no es nueva. En 2008, un estudio realizado por la firma de investigación de mercados IDC en 17 países concluyó que 16% de los trabajadores en el mundo están ‘hiperconectados’, es decir, que tienen un mínimo de siete equipos para su uso laboral y personal (computador, celular, GPS, etc.), más un mínimo de nueve aplicaciones, como las de mensajería instantánea, conferencias por Internet y redes sociales, entre otras.
El mismo estudio hablaba de una segunda categoría, los ‘crecientemente conectados’, que representaron el 36% en la muestra: estos son trabajadores que utilizan un mínimo de cuatro equipos electrónicos, así como seis aplicaciones de comunicaciones.
Entre unos y otros, ya equivalen al 52% de los trabajadores, pero según IDC los ‘crecientemente conectados’ entrarán a la categoría de ‘hiperconectados’ paulatinamente y este último grupo representará el 40% en 2013.
Contrario a lo que podría pensarse, no se trata de un fenómeno exclusivo de los países desarrollados. Por el contrario, según IDC, América Latina es la zona con el mayor porcentaje de ‘hiperconectados’ o ‘crecientemente conectados’, con 64% (en Norteamérica suman 44%), aunque en nuestra región la rápida adopción de tecnología está más relacionada con temas personales y de entretenimiento (TV por suscripción, reproductores de música, videojuegos) que con aspectos laborales.
Clay Shirky, un experto en telecomunicaciones interactivas de la universidad de Nueva York, le explicó a la revista Fortune que parte del problema está en las expectativas que ha creado la tecnología.
“No nos gusta tratar de contactar a un compañero o a un jefe que no está disponible, porque la disponibilidad es un indicador deseable. Alguien que siempre responde parece eficiente”. De otro lado, “los mensajes de correo y las llamadas constantes tienen un sentido de urgencia e importancia que es difícil de resistir, y uno siente como que está trabajando. Pero eso no es así, a menos que su trabajo consista en ser interrumpido (como el de un asesor de ventas)”, dice Shirky.
La preocupación por este tema es tan grande que la firma Basex y varias empresas de tecnología (como Microsoft, Intel, Google e IBM) crearon en el 2008 una organización sin ánimo de lucro para investigar el asunto y buscarle soluciones: elInformation Overload Research Group.
Según el diario The New York Times, Intel y otras empresas ya están experimentando internamente con soluciones; por ejemplo, están promoviendo entre pequeños grupos de empleados que revisen el correo electrónico con menos frecuencia, que limiten la cantidad de correos grupales y que hagan un esfuerzo para evitar que las alertas y notificaciones de sus herramientas digitales afecten y hagan reorganizar constantemente sus listas de cosas por hacer.
Igualmente, en 2010 se instituyó el 20 de octubre como el Día de la Concientización en la Sobrecarga de Información. La iniciativa, de Basex y varias firmas de tecnología, busca que las personas tomen conciencia sobre el tema y conozcan las medidas que se pueden tomar.
La falacia de la multitarea.
¿Ha escuchado cómo algunas personas se jactan de que pueden poner atención a dos cosas al mismo tiempo y autoalaban sus grandes capacidades para la multitarea? ¿O ha oído a los padres decir con orgullo que sus hijos pueden hacer tareas, ver televisión e interactuar en las redes sociales, todo al mismo tiempo? Pues bien, de todos los mitos que hay sobre el cerebro, este es uno de los principales. El cerebro humano solo puede concentrarse en una cosa a la vez.
“Nuestro cerebro, con sus cien mil millones de neuronas y sus cien millones de millones de conexiones, es una poderosa central cognitiva en muchos sentidos, pero una limitación fundamental es su incapacidad para concentrarse en dos cosas a la vez”, explicó el neurocientífico René Marois, director del Laboratorio de Procesamiento de Información Humana de la Universidad de Vanderbilt, en un artículo del diario The New York Times.
Entonces, ¿cómo es que uno hace multitarea? Básicamente, cambiando muy rápido entre una actividad y otra (en eso algunas personas tienen más habilidad que otras); es precisamente la forma como los procesadores de PC hacían multitarea hace unos años. Pero la multitarea real (ejecutar varias tareas de forma totalmente simultánea), la que un procesador moderno hace con mucha eficiencia hoy en día gracias a que tiene varios núcleos, no es posible en el cerebro humano.
Pero hay un inconveniente. Como la gente cree que la multitarea es una muestra de productividad, se está volviendo común que se trate de dedicar atención a varias cosas a la vez; sin embargo, varios estudios han demostrado que se es mucho menos eficiente que si se lidiara solo con un asunto para luego seguir con el otro.
Golpea más que la marihuana.
El impacto de la multitarea sobre el cerebro es tan grande que un estudio realizado hace unos años por el Instituto de Siquiatría de la Universidad de Londres mostró que aquellas personas que son distraídas constantemente por mensajes de correo electrónico y llamadas telefónicas sufren temporalmente una pérdida en su coeficiente intelectual de 10 puntos, que es dos veces el impacto de fumar marihuana, según el estudio, o el equivalente a la pérdida de capacidad mental que se tiene tras una noche sin dormir.
La multitarea afecta también la planificación del trabajo. Frank Patrick, de la firma de consultoría Focused Performance, explicó en un artículo de la publicación Management Issues que al trabajar en dos proyectos al mismo tiempo estos podrían demorar casi el doble en terminarse. El problema, dice él, empieza cuando se asignan recursos humanos insuficientes a cada proyecto.
La publicación agrega que estudios realizados en la Universidad de Michigan confirman los comentarios de Patrick: estos mostraron que la gente pierde tiempo cuando tiene que cambiar de una tarea a la otra, y la cantidad de tiempo perdido se incrementa a medida que aumenta la complejidad de las labores.
Y si usted es de los que piensan que le cuesta concentrarse porque es una persona muy creativa y siempre tiene muchas cosas en la cabeza, quizá debería replantear esa teoría. La incapacidad para concentrarse no es una muestra de creatividad, sino un problema serio, y estudios recientes indican que los cerebros de los niños y los jóvenes podrían estar perdiendo foco.
Cambios en el cerebro infantil.
En una reciente edición de la revista Time, del 21 de febrero del 2011, el sociobiólogo Dalton Conley dice que la evidencia científica sugiere que el estilo de vida digital de los niños modernos está produciendo cambios en sus cerebros que “no necesariamente son para mejorar”.
Uno de los problemas citados por Conley es la ‘atención parcial continua’, un término acuñado por Linda Stone, quien trabajó en Apple y Microsoft, el cual se refiere a la tendencia a poner atención a las cosas de forma parcial (usualmente buscando solo los datos relevantes) para luego saltar a otro asunto.
Según él, los padres o sus hijos podrían creer que las personas que más hacen multitarea son las que mejor enfrentan las distracciones, pero no es así.
Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que, cuando son sometidas a información ajena a su tarea en unas pruebas, las personas que suelen hacer multitarea (‘multitaskers’) tienen un desempeño inferior que quienes no acostumbran hacer varias cosas a la vez. La razón es que los ‘multitaskers’ son más sensibles a los estímulos distractores.
Los investigadores de Stanford explicaron que en nuestro cerebro tenemos ‘circuitos’ diferentes para concentrarnos en algo o para estar alerta a los estímulos; ambos han sido importantes en términos de supervivencia para los humanos (al cruzar una calle, por ejemplo, es importante el segundo), “pero nuestro mundo de saturación de medios quizás ha privilegiado el segundo ‘circuito’ y eso está conectando de forma diferente los cerebros de los niños”, dice Conley.
Como la necesidad de conexión social del ser humano es tan grande, dicen los investigadores, cada vez que nos llega un mensaje o un correo tenemos la tendencia a revisarlo, y por eso se les está dedicando más atención a los estímulos externos en detrimento del foco.
Las distracciones constantes también afectan la forma como los cerebros de los niños absorben información. Científicos de la Universidad de California en Los Ángeles demostraron que los ‘multitaskers’ usan una parte del cerebro diferente cuando aprenden algo que las personas no adeptas a la multitarea.
Los ‘multitaskers’ emplean la ‘memoria de procedimiento’ (que codifica lo que se aprende más como una rutina), mientras que aquellos que se concentran en lo que están haciendo sin distracciones usan el hipocampo (una parte del cerebro que tiene un papel importante en la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados, y que se usa, por ejemplo, en una clase de matemáticas para aplicar reglas abstractas en un problema nuevo).
La consecuencia de eso es que las personas ‘concentradas’ pueden aplicar una nueva habilidad más ampliamente que los ‘multitaskers’. La forma como aprenden los ‘multitaskers’ “sería perfecta si quisiéramos que nuestros hijos trabajaran en líneas de ensamblaje, pero para el pensamiento de alto nivel que se requiere en trabajos bien pagados nos irá mejor si ejercitamos nuestro hipocampo”, concluye la nota de Conley en Time.
Puede sacarle más a su cerebro.
¿Todo esto quiere decir que debemos aislarnos para trabajar y dejar de utilizar dispositivos electrónicos y aplicaciones como las redes sociales para no volvernos estúpidos? Por supuesto que no. Eso sería como dejar de usar autos por temor a los accidentes y a la contaminación. Lo que se debe hacer es racionalizar el uso de la tecnología y adquirir buenas prácticas.
De hecho, es clave que no se vaya al otro extremo. Según los investigadores que realizaron el estudio de la Universidad de California en Irvine, citado al comienzo de este artículo, se ha demostrado que el desempeño se reduce –y el estrés aumenta– a medida que crece el número de tareas. Pero también se sabe que un poco de estimulación aumenta el rendimiento (aunque el exceso lo reduce). “Si usted aplica eso a la multitarea, le dijeron ellos a la revista Time, uno esperaría que un poco de multitarea sea algo retador y aumente el desempeño”. En esencia, se trata de tener equilibrio.
Por otra parte, la tecnología bien usada tiene un rol clave en el mejoramiento de la capacidad intelectual.
Los avances recientes en neurociencia han demostrado que el cerebro posee una gran plasticidad: el ser humano puede generar neuronas durante toda la vida y aumentar las conexiones entre ellas (incluso en la vejez), y puede igualmente mejorar su capacidad de concentración (por ejemplo, a través de la meditación, la cual llega incluso a producir cambios físicos positivos en el cerebro).
Además, el cerebro se puede ejercitar para reducir el deterioro intelectual que llega con la edad (y para disminuir el riesgo de sufrir enfermedades como el Alzheimer) o para mejorar sus capacidades en ciertas áreas, y en esto la tecnología puede ayudar.
Por ejemplo, Internet es crucial hoy en día para ayudar a crear el ‘ambiente enriquecido’ que necesitan los estudiantes para elevar su capacidad intelectual. Y la recomendación de los médicos de ejercitar el cerebro para que este no se ‘envejezca’ tan rápido está creando una nueva industria de juegos y de aplicaciones en línea para mantener afinada la mente (como Brain Age, para la consola portátil DS de Nintendo, o muchas aplicaciones disponibles para el iPhone y otros teléfonos inteligentes).
Entrenamiento mental.
Varios estudios han demostrado que cierto tipo de software puede mejorar el funcionamiento del cerebro en algunas áreas, como la concentración, la atención y la visión periférica.
Por ejemplo, un estudio de la Clínica Mayo y la Universidad de California evaluó a 490 personas de más de 65 años mediante pruebas de memoria. Luego a la mitad de ellos se les pidió que realizaran un entrenamiento de dos meses con un software de ejercicio mental, y estas personas mejoraron sus resultados en las pruebas de memoria en un 60%, frente a un 7% del grupo de control.
Algunos expertos, sin embargo, dicen que no se necesitan estos programas y que basta con seguir consejos de los médicos, como llenar crucigramas, leer, jugar sudoku, tener vida social activa, hacer ejercicio físico y dormir bien, entre otros, para mantener la mente saludable.
De todas formas se ha generado una industria millonaria alrededor del entrenamiento del cerebro: se espera que las ventas de productos de tecnología para ejercitar el cerebro pasen de 265 millones de dólares en 2009 a 5.000 millones en 2015, según la firma de investigaciones SharpBrains.
Se están financiando muchas investigaciones en ese campo y no solo por parte de las compañías de software. Ante los descubrimientos recientes de la capacidad del cerebro para remodelar y fortalecer sus conexiones neuronales mediante la experiencia y el entrenamiento, se tiene una gran esperanza en lo que se podría lograr hacia el futuro.
Nick Bostrom, del Instituto para el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, le dijo a la revista Timeque “incluso un pequeño incremento en la capacidad cognitiva de la humanidad tendría un impacto profundo. En el mundo hay aproximadamente 10 millones de científicos. Si se pudiera aumentar su inteligencia en un 1%, la ganancia sería imperceptible para cada individuo, pero eso podría ser equivalente a crear 100.000 nuevos científicos”.
Fuente: Enter.co Junio 6 de 2011
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